FRANCISCO ALCALDE GUERRERO

(QUITÍN)

Francisco Alcalde Guerrero. Nació el día 7 de Noviembre de 1.924, en la Aldea de Facinas, término de Tarifa  (Cádiz).

Su infancia transcurre durante la guerra civil española y su juventud en los duros años después de finalizada la guerra, siendo un joven noble, querido y admirado por sus amigos.

Entre otros trabajos que desempeño en su juventud fue zapatero, barbero, esquilador de ovejas y estraperlista, siendo más tarde transportista y tendero, y ya a la mitad de su vida taxista y estanquero, cuya actividad fue la ultima que desarrollo en su sacrificada vida.

Se casó con una joven del vecino pueblo de Los Barrios, llamada Natividad, con la que tuvo dos hijas llamadas Pastora de los Milagros y Natividad.

Después de tanto luchas por la vida, sufrió varias intervenciones quirúrgicas entre 1.988 y 1.990

Falleció, un 27 de Marzo de 1.991  en la paz de su hogar, el cual él había conseguido con tantos años de sacrificios.

 

Prólogo con un poco de historia

          Desde mi niñez y juventud siempre admiré a los hermanos Alcalde, Quitín y el mas pequeño Pepín, así como a su hermana Joaquina “Juaquinita” como la llamábamos todos los facinences.

Francisco “Quitín” y Pepín

          Nos tenia “encandilaos” a todos los jóvenes por las aventuras que contaban los  “viejos” del lugar un poco en voz baja pues el asunto del estraperlo que era lo que en aquella época se dedicaban la mayor parte de los “trabajadores”, fue siempre un tema muy delicado aunque en un pueblo chico como Facinas “todos” sabíamos de “todos”  pero el temor a la Guardia Civil era muy grande a pesar de que como cuenta en sus memorias Quitín solían pasar un poco la mano, lo que tu nunca sabias cuando eran “buenos” o menos “buenos”.

        Aunque en estas memorias de nuestro querido paisano Francisco Alcalde “Quitín” no cuenta mucho del tema del estraperlo “duro” pues lo cuenta sin darle la importancia que en aquellos momentos tenia, por la falta de medios como hay hoy como podía ser un simple impermeable pues lo que en esos momentos habían eran unos capotes impermeabilizados con un tipo de aceites que pesaban un montón y que te calaban hasta los huesos como debió de ser para ellos esas noches largas de lluvia, de levante o sin luna, sin una simple linterna con que alumbrarse por veredas y los caminos llamados de los contrabandistas, siempre con el temor de ser sorprendidos en los lugares donde menos te lo esperabas por la Guardia Civil.

          Todos sabíamos que el y mas tarde con su hermano Pepín, sometían a sus preciosos caballos a un duro entrenamiento que hacían a esos caballos  mas listo que la Guardia Civil, a la mas minima voz de sus amos se sabían las ordenes como si de un disciplinado militar se trataran.

          Para nosotros los crios de aquella época eran nuestros “héroes” nos fijábamos en el mas mínimo detalle del caballo, como movía las orejas al ver el mas mínimo color “verde”, como montaban los hermanos y sobre todo en los andares de sus caballos que eran verdaderos ejemplares de belleza, sobre su lomo como estatuas los hermanos Quitín y Pepín Alcalde.

          Cuando yo empecé hace 12 años a trabajar en la pagina Web de Facinas, en mi mente siempre estuvo el poder poner en dicha pagina las memorias que me pudieran contar estos dos hermanos, a Quitín ya era imposible pues había fallecido en Los Barrios en el año 1991, solo me quedaba Pepín, pero este siempre ha sido reacio a contar nada de su pasado sobre este tema así que me quede con las ganas de poder poner algo sobre ellos.

Pero…………….

          Un buen día del año pasado  me encanto leer en el Libro de Visitas de la página Web de Facinas un escrito de una de las hijas.:

NATIVIDAD ALCALDE GUTIERREZ
23-Abr-2009
Los Barrios (Cádiz)
Felicitar a su creador, por haber realizado un trabajo magnifico y entrañable, dentro del cual se encuentran recuerdos y vivencias maravillosas de personas inolvidables, del muy querido y admirado pueblo de mi padre.

          Pensé en ese momento si seria posible que su hija pudiera darme datos de su padre.
          Puesto en contacto con ella decidí visitarla en su casa de Los Barrios.
          Natividad vive con su madre, dos persona amable y cariñosa, una vez que le conté cuales eran los motivos de mi visita todo fueron facilidades, no paraban   contándome cosas de su padre y esposo.
          Es digno de reseñar el “museo” que me sorprendió tiene Natividad en su casa. Paredes enteras con fotografías de bellos recuerdos y de sus viajes por el mundo entero, pero quizás de esto tendría que escribir una pagina aparte para ellas.
          La sorpresa más grande me la dio Natividad cuando le conté lo que en mi página de Facinas me hubiera gustado de poner y que nunca había conseguido por ningún lado:

Las Memorias de Francisco Alcalde

          Sin decir nada subió a las escaleras y al bajar traía una carpeta debajo del brazo y me dijo:

! Esto es lo que tú quieres!

        ¡¡¡Un cuaderno con las Memorias de Francisco de su puño y letra que el había estado escribiendo y que lo había terminado el  dos años antes de fallecer.!!!
          Fue una sorpresa maravillosa tener ese manuscrito que su hija Natividad guardaba como un precioso tesoro.
          Además ella ya lo había pasado a maquina y lo tiene encuadernado en  un libro.
          Me autorizaron madre e hija para que pudiera  utilizar el manuscrito para la página de Facinas, así como unas fotografías para darle un carácter más grafico.

          Aquí pongo lo escrito por Francisco,  mecanografiado por su hija y un álbum  familiar y dando fe de ello una copia de dicho manuscrito.

          Gracias Natividad y gracias a tu madre por este detalle que habéis tenido conmigo y que al ponerlo en la página de Facinas puedan leerlo todos los facinences.
Tu padre es uno de nuestros personajes.

 Cristóbal Cózar Estévez
                                                                       Agosto 2009


 

Me llamo Francisco Alcalde Guerrero.

Nací un día siete de Noviembre de 1.924, en la Aldea de Facinas, término municipal de Tarifa, en el seno de una humilde familia.

Mi padre, fallecido en el año 1.978, se llamaba Benedicto, de profesión zapatero, mi madre Mariana, que vive en la actualidad,(Cuando escribe esto). Tuvieron tres hijos llamados Francisco (Quitín), Joaquina, (falleció en el año 1.977), y José (Pepín).

Durante la niñez no lo pasamos mal, a pesar de ser modestos, mi padre tenia una pequeña zapatería y varios muchachos que le ayudaban en el trabajo. E1 vivía solo para su trabajo y su familia.

Cuando yo tenía unos diez años, mi padre decidió que me fuera en las horas libres del colegio con un tío mío que tenía una barbería, pues él no quería que yo fuera zapatero, sin embargo yo aprendí las dos profesiones, pero me perfeccioné en la barbería.

A los quince años, fecha del año 1.939 en la que hicieron las fortificaciones y emplazamientos militares en Punta Paloma (Baja y Alta), vinieron a Facinas muchos forasteros a vivir.

Un contratista de Murcia paraba junto a la casa de mis padres y tenia un hijo un poco mayor que yo y teníamos bastante amistad.

Un día dicho señor le dijo a mi padre que si me dejaba de ir a la obra con su hijo, pues me daría alguna ayudita y con su hijo no lo pasarla mal.

Pues bien, empezamos el trabajo y estuve unos dos años en ella unos dos años, dicha obra llegamos a tener unos cien trabajadores y nuestra misión era controlar a los que trabajaban y los que faltaban.

Como la situación de la comida estaba tan escasa en esas fechas Intendencia nos daba suministro y un par de bollos par cada uno, nosotros dos teníamos que recoger dicho suministro por quincena y repartirlo, así como el pan diario. Los fines de quincena eran un poco más duro, pues había que hacer las cuentas de todo y a pesar que éramos jóvenes y no teníamos ninguna ayuda, nada más que un lápiz y papel, nos defendíamos bastante bien.

El contratista estaba muy contento conmigo, él no esperaba que yo sin ninguna experiencia, pudiera ayudarle tanto a su hijo, qué era tan solo un poco mayor que yo. Me daba el sueldo de un trabajador más (que si mas no recuerdo eran unas doce pesetas diarias). El suministro y el pan no faltaban en mi casa.

Bueno, pasaron aquellos dos años y pico y terminaron las .obras y cada uno regresaba a su lugar de procedencia.  

Entonces tenia yo diecisiete años y como siempre había pensado en poner algo mío, pues consulte con mis padres y les propuse regresar otra vez a la barbería, cosa que aceptaron. Entonces le alquile una barbería a un señor que por enfermedad tenía que dejarla, no recuerdo bien, pero me parece que tenía que darle seis reales diarios y arreglar dos clientes que tenia en abono, como yo tenia buenos amigos pronto me hice la clientela.

Por las noches la barbería parecía un casino, hablábamos del domingo próximo del día de fiesta mas cercano, organizando la forma de trasladarnos a la Aldea de Tahivilla, en la cual se organizaban buenos bailes y lo pasábamos muy bien.

Económicamente, aunque yo tenia algunos ahorrillos, siempre he ayudado en mi casa lo que podía, siempre estaba pendiente cuando mi padre tenia que efectuar algún pago del material que compraba, para ayudarle con lo que yo ganaba.

Mi padre era un hombre muy dócil y no podía decirle al que fuera por unos zapatos sin dinero que no se los daba, y claro siempre estaba apurado de dinero y por eso yo siempre estaba al tanto para ayudarle en lo que estaba a mi alcance.

Bueno, transcurre otra etapa y llegan los diecinueve años, entonces mi familia me aconsejaron que me fuera voluntario al Regimiento de Artillería, número cinco de la ciudad de Algeciras para hacer el servicio militar y así salvar el sorteo que podía tocarme a la ciudad de Ceuta o Melilla, y así lo hice mi familia tenía mucha amistad con un sacerdote párroco de Facinas, que se llamaba Don José Brotons Acuña y se le conocía por "El Padre Candela" residía en Algeciras y tenia a su vez mucha amistad con el Coronel del citado Regimiento, y nos pusimos al habla con él y le expusimos nuestros propósitos y el dijo:

"Eso esta hecho", y con solo una tarjetita que él me dio para dicho Coronel fue suficiente.

El me dijo:

"Llévala a la casa del Coronel que ya dará respuesta".

Pues bien, le entregue la citada tarjetita al ordenanza y me devolvió otra que decía:

"Hagan el favor de alistar a este muchacho como voluntario en nuestro Regimiento".

 Así que al día siguiente me personé en dicho Regimiento, entregué la nota y me dijeron:

 "Bueno, ya es usted Artillero vaya al almacén que le darán ropa y zapatas y el lunes próximo se presenta aquí en la Batería de destino.
Como en mi afiliación ponía de profesión barbero el Sargento me dijo:

"Váyase para la barbería y ya le dirá lo que tiene que hacer el otro muchacho que allí hay”


Bueno, caí de pie, por la mañana iba a instrucción y después a la barbería hasta el toque de paseo, que salía y no regresaba hasta el día siguiente.

No sé porque en muy poco tiempo me hice una amistad estupenda con los Sargentos y Cabos, y hasta los mismos voluntarios, que habla bastantes, llegaban a la barbería y todos querían que yo los arreglara, a mi a pesar que me gustaba también me daba vergüenza por el otro muchacho más veterano que yo en la barbería; pero pronto comprendí que las herramientas que él tenia eran malas y él no se preocupaba de ellas, mientras que yo las tenia muy bien, incluso me llevé varias que yo tenia nuevas en casa y por eso notaban la diferencia y me daban muchas propinas, con esas y una ayudilla de mis padres yo comía de noche fuera del Cuartel, en la famosa freiduría de pescados llamada "Los Gallegos" y dormía en una pensión, durante tres meses.

Cuando juramos bandera un día llegó a la puerta de la Batería Don José María Cervera Abreu, entonces Capitán ayudante del Coronel, y preguntó:

¿Quien es el voluntario de Facinas?

Yo me quede de piedra y conteste:

 "Un servidor, mi Capitán", me salí un poco para fuera y él respondió:
"Bueno hombre, ¿tú que quieres, irte a Tarifa para estar mas cerca de tu casa o quieres seguir de militar?

Me puso en un aprieto, yo me lo pensé pronto y le dije:

"Mire usted, yo lo que quiero es estar lo más cerca posible de mi casa"

A lo que él contesto:

"Bueno, pues te mandaremos allí, pero tengo informes tuyos de ser un buen peluquero y aquí hace falta, pero de todas formas, no te preocupes muchacho, todo se arreglará"

Yo respondí:

"Entonce a sus ordenes y muchas gracias mi Capitán".

Yo aquella noche no podía dormir pensando de donde vendría todo aquello, los viernes me daban permiso hasta el lunes y ya en mí casa me dijeron quien fue el promotor de todo aquello. Un tal Salvatierra, muy amigo mío de Facinas era el encargado de la finca "La Raez", propiedad del Capitán Cervera, el cual la visitaba todos los fines de semana, y él fue quien le dijo que yo era muy amigo suyo y que estaba en la barbería del Regimiento y que si podía echarme una manilla para que me viniera mas cerca de mi casa y lo hizo tan rápido que me cogió de sorpresa.

A los tres meses Juramos Bandera, durante todo ese tiempo que estuve esperando la jura para el traslado me lo pase estupendamente en Algeciras.

En aquellas fechas empezaron hacer lo que hoy es el Parque María Cristina, y en ese sitio había montado un teatro que se llamaba "DON PAQUITO", y era la distracción de los soldados y también de los paisanos.

Por la tarde pasaban una revista para los militares y me parece que costaba seis reales, actuaban "Lola Flores y Manolo Caracol", más el resto de la compañía.

En fin, a pesar de todo esto yo lo que quería era el traslado, que no tardó en llegar.

         Un Capitán de una Batería de iluminación que había en Tarifa, también por medio de amistades, me reclamó como barbero para dicha batería.

             Cuando me presenté allí, el Sargento de semana, por orden del Capitán, me dijo:

        ¿Tú eres el barbero que hemos reclamado?

         Yo respondí:

        "Si señor, a sus ordenes estoy",

A1 día siguiente estando pelando a un artillero me dan una voz y dicen:

"Barbero, preséntate al Capitán"

Una vez delante del Capitán este me dijo:

"Ven ahora y me arreglas y luego te marchas a tu casa hasta que te llamen, que lo harán a la centralita militar que hay en Facinas.

          Bueno, pues así se iba pasando el tiempo, unas veces me llamaban a los diez días, otras se pasaba un mes y así hasta tres años, que era el tiempo que firmábamos los voluntarios.

          Durante todo ese tiempo yo trabajaba en una barbería de un amigo mío, que me dijo:

         "Tú tienes trabajo aquí hasta que termines la mili y después tú veras.

En aquellos tiempos, corría el año 1.945, habla mucho trabajo en las barberías las vísperas de fiestas nos daban las doce de la noche trabajando, y para la feria era una semana sin parar.

Éramos tres, e1 dueño, que se apodaba "El Quico", otro muchacho y yo, ganábamos el cincuenta por ciento del trabajo que hacíamos.

Todas las semanas ajustábamos cuentas, no recuerdo bien, pero me parece que el pelado y afeitado costaba algo así como seis ó siete reales.

Durante todo ese tiempo tuve para mis gastos y lo demás se lo entregaba a mi madre, yo tenía entonces unos veinte años de edad.

Por aquellas fechas nos reuníamos los amigos y entonces las fiestas se celebraban de otra forma distinta a las de hoy, nunca nos disgustábamos y si había alguno que una noche tenia poco dinero, los demás cubríamos sus gastos; en aquellos tiempos no había tanta maldad como hoy, nos daba casi vergüenza sacar a bailar a una muchacha y se le dabas una broma se ponía colorada.

          Bueno, ya próximo a la licencia en el año 1.947, tanto mis amigos, como yo, teníamos una media novia en "Tahivilla" (Aldea próxima a Facinas) y claro hablábamos de ambientarnos en algo positivo para el futuro.

Una noche en la tertulia de la barbería hablando de los trabajos que mas dinero se ganaba, dice uno:

"Este es el que más dinero gana en Facinas durante el verano"

Yo dije:

"Bueno eso no es tan difícil de hacer"

En eso quedamos.

El era un tal José María Álvarez, un amigo que se dedicaba desde varios años a ese trabajo y lo dominaba a la perfección,  y el trabajo consistía en pelar ovejas entre primavera y verano.

En aquellos años en la campiña habla numerosos rebaños de cientos de ovejas, el tenia otro que le ayudaba y casi no le daban tiempo para cumplir todos los compromisos que tenían.

Bueno, una noche me dijo:

"Ha llegado la hora, pasado mañana empezamos con un rebaño de mi tío Antonio, quiere esto decir que como estamos en el mismo pueblo si no te gusta te vienes".

 Bueno, yo no había dicho nada en mi casa y aquella noche dije:

"Mañana voy a pelar ovejas con José María"
Mi padre me dijo:

"Hombre, Francisco eso es un trabajo muy duro para ti"  ¿Tú no estas bien en la barbería?, cuando te licencies ya se verá.

Pero yo di mí palabra y no quise volverme atrás y llegó el mañana que nunca olvidaré.

Aquella mañana muy tempranito, tomando café en un bar, me dijo un amigote:

 ¿Llevas merienda? ¿Te dará tiempo a comértela o te la traerás antes de tiempo?

 Mira respondí yo, vamos de prueba, después hablaremos.

Cuando empezamos me dijo el maestro,

"Tú miras bien como yo lo hago y después tienes más idea".

 Bien, le dije al pastor:

 Amárrame una -y él me dijo:

"Te voy a buscar una que no sea muy grande",

Yo respondí:

"Me da igual, todas son para lo mismo".

En las primeras me esmeraba mucho y tenia cuidado de no darles ningún cortecillo.

Bueno, pasaba la mañana y solo habla pelado tres ó cuatro y me dijo el pastor:

"Curro, como no te aligeres no ganas el almuerzo;”

Era verdad lo que me decían, es un trabajo durísimo y más por cuenta para ganar dinero, pero yo aguantaba y todos los días iba mejor; un día fui Algeciras y me compré unas tijeras mas finitas y con menos peso que las que tenia, y eso cambio bastante.

Como yo sabia afilar las de la barbería, aunque no son iguales, pero es mucha ventaja saber manejar las herramientas de trabajo, ya que con la grasa de la oveja se embotaban mucho yo las mojaba en agua y le daba piedra y así iba adelante, gracias a Dios que me daba fuerzas para seguir y cumplir lo que me habla propuesto.

Cuando llevaba una semana pelaba las mismas ovejas que el segundo y unas pocas menos que el maestro, bueno aquello fue un éxito, todos los domingos lo comentaban y el que me llevó me dijo:

"Yo esto si no lo veo no lo creo"

Porque llegué a pelar algunas más que él, cuando me lo proponía.

Se termino el verano y la pela y llegó la licencia militar y a empezar de nuevo.

Como yo ahorré un dinerito con mi verano de pela, pues no quise más barbería.

En aquellos años casi todo el mundo del Campo de Gibraltar se dedicaba al estraperlo, como se le llamaba.

Yo, tenía un primo, hijo del que me enseño a barbero y él también lo era, pero tenía un caballo y se dedicaba a ese menester y ganaba más que afeitando, bueno, pues yo le dije a mi padre:

"Voy a comprar un burro y me voy con primo al estraperlo"

Mi padre, que era un hombre bueno y todo lo que yo le decía le parecía bien, pues me dijo:

"Bueno, hijo lo que tu veas mejor para ti".

Compré el burro y me quedó lo justo para la carga, entonces en estas campiñas se criaba de todo y mucho.

En Tahivilla comprábamos unos garbanzos buenísimos, los llevábamos a Los Barrios y lo repartíamos en las tiendas y a veces nos faltaban.

Durante la estancia en Los Barrios, nos quedábamos en la llamada "Posada de Grazalema" y nos atendían muy bien.

También comprábamos mantequilla, algunos paquetes de tabaco y algún kilo de café, todo esto lo traíamos de Gibraltar, y con todo ello organizábamos otro portecillo para vender en Facinas y ampliar el viaje, otras veces traíamos habas, que en Los Barrios faltaban, pues habla mucha miseria en este pueblo, y se vendía directamente, como todo escaseaba también comprábamos en Los Barrios arroz, que estaba racionado, y lo llevábamos a "Casas Viejas", otro pueblo de la comarca, se vendía de momento y después allí comprábamos una harina que la hacían muy buena, para venderla en Facinas.

Bueno, esto se estaba alargando y yo me hice de un poquito más manejo y me compré un caballo, entonces se unieron otros amigos de Facinas y siempre íbamos juntos.

Me acuerdo que había una escasez de azúcar grandísima y nos dijeron que en Barbate de Franco quizás se encontraría alguna y allí fuimos, y como era el primer viaje fuimos de vacío.

 Entonces me parece que era sobre el año 1.948 ó 1.949, cuando iban los barcos de pesca al famoso "Agadir" y hacían unas pecas de sardinas grandísimas y ellos traían el azúcar, así que buscamos un corredor y nos llevó un tal "Manolito Aragón", que tenia una tienda y le suministraba a todos los barcos de pesca y le comprábamos el azúcar, e1 nos preguntó:

¿Ustedes de donde sois?

Somos de Facinas.

Hombre me han dicho que hay harina, algún tabaquillo y café. Bueno, cuando vengáis por aquí echar algo de eso, que ya nos entenderemos, además ustedes podrían recogerme algunas habichuelas y arroz y lo cambiaríamos por azúcar; bueno, ya veremos amigo.

Así que regresamos con mucha ilusión, parecía el negocio mas ampliado si las cosas salían bien.

Al día siguiente otra vez para Los Barrios, con nuestros garbanzos, y preguntando nos dijeron que las habichuelas y el arroz donde se podía encontrar seria en San Martín del Tesorillo.

Bueno, pues nosotros sin pensarlo nos fuimos al Tesorillo y efectivamente, allí cargamos de las dos cosas y regresamos para quedarnos en Los Barrios aquella noche, y así darle descanso a los caballos y al mismo tiempo comprar unas librillas de tabaco y algún kilillo de café para aumentar el viaje.

Llegábamos a Facinas y al otro día íbamos a Barbate.

Y así sucesivamente, era una cadena que no parábamos; otras veces comprábamos pieles secas y las llevábamos a Ubrique, después cargábamos aceite para Facinas.
Era una vida muy dura, la soportábamos porque éramos jóvenes y se movía dinerillo.

Me acuerdo mucho lo que nos pasó un día, serian las seis ó las siete de la mañana, veníamos de Prado del Rey por aceite, que no se encontraba por ningún sitio y allí había, pero eran muchos los que estaban esperando para cargar y nos dijo el corredor:

"Esto está difícil ¿porque no os vais a Puerto Serrano? puede que carguen más pronto"

Bueno así lo hicimos, llegamos allí y tampoco habla aceite y nos dijo otro corredor:
"Porque no cargáis un jabón muy bueno que se hace aquí y está muy bien de precio"

Bueno, lo veremos, le dijimos

Eran unas barras con medio metro de largo y gordas, pero tenían muy buena vista y además eran buenas.

Total nos pusimos de acuerdo y cargamos aquella noche y nos pusimos en marcha, aquello hacia un volumen grandísimo.
Ya clareando el día, como siempre iba uno mirando para todos los sitios, vi a lo lejos unos bultos y le dije a mí compañero:

"Mira aquello es la Guardia Civil a caballo"

Bueno, que sea lo que Dios quiera, porque con esto no podemos correr.
 Dicho y hecho, más pronto llegaron diciendo:

"Alto la Guardia Civil"

Nosotros nos quedamos quietos y se acerca uno con un caballo blanco y dijo:
¿Que lleváis muchachos?

 Mire usted llevamos jabón,

¿Como Jabón?, abrir eso que se vea;

Sacamos una navaja y le dimos un corte al saco y cuando vio el jabón nos preguntó:

¿Ustedes de donde son?

Somos de Facinas, respondimos;

¿Me están diciendo la verdad?

Y le contesté:

¿Es que conoce usted Facinas?

Hombre, he estado allí dos años de cabo ¿y todavía habrá levante no?

Si señor, eso no falta.

Era el Teniente Jefe Línea de Villa Martín.

Nos dijo:
"Bueno, ustedes sabrán que esto es contrabando".

Claro que lo sabemos.

Bueno entonces os vais a marchar y que tengáis suerte, que bastante penitencia lleváis hasta llegar a Facinas.

Echamos un cigarrillo y nos despedimos.

Bueno, entre este y otros viajes se pasaba el tiempo.

Un buen día, como visitábamos tanto Los Barrios, nos propusieron:

"Ustedes que conocen tantos pueblos, porque no cargáis café que se vende en todas partes y ganaríais más dinero y daríais menos viajes".

Y nosotros que no pensábamos mucho las cosas lo vimos tan bien que así lo hicimos, pero surgía otra cosa, que la carga valla más que nuestro manejo. Aquí había señores que echaban la carga a vuelta de viaje y nos dijeron: Entregar lo que tengáis y después se ajusta cuenta.

Por aquel tiempo yo ya tenía novia en Los Barrios, la que hoy es mi esposa, y tenia muchas amistades con gente del negocio.

Empezamos nuestra nueva vida y a andar siempre de noche por las Sierras, escondidos como los lobos.

Íbamos a vender casi siempre a Chiclana, que era un punto de venta muy bueno; el tiempo pasaba y el capital no aumentaba, unas veces surgía una cosa y otras por otras, y el peligro cada vez era mayor.

Ya entonces yo le había comprado un caballo a mi hermano que solo tenia catorce  o quince años y estaba loco por estar conmigo y le hicimos pareja con otro chaval, hermano de mi compañero; los mandábamos primero a Barbate con harina y dentro de los sacos llevaban el café.

Ellos eran muy jóvenes, pero eran hombres, vendían, cobraban y compraban azúcar y la vendían en Facinas y cuando veían algunas ganancias se ponían locos de contentos; pero el caso es que no se conformaban con eso, sino que querían venir con nosotros a Los Barrios, para ganar igual que nosotros.

Como ya he dicho antes venían casi siempre los dos, le cargábamos y salían con otros compañeros para no ir juntos, él me daba todo lo que ganaba, aunque él siempre tenía para sus gastillos.

Bueno, pues al cabo de un largo tiempo llegó lo que tenia que llegar algún día, una noche tropiezan con un grupo de la Guardia Civil, cogieron tres caballos, dos de Facinas y otro de Conil, y mi hermano, siendo un chiquillo Dios le iluminó lo que tenia que hacer para salir de tan horrible situación y él fue el único que lo salvo todo.

Para mí, aquello fue un golpe muy duro y desde entonces empecé a intentar dejar esa forma de vida; uno de mis compañeros y yo conocíamos a tantos por Chiclana y Conil, que teníamos muchas amistades y un día tomando unas copas le contamos a unos amigos de Conil que queríamos dejar esta lucha, y ellos nos iluminaron diciéndonos que un tejar de hacer ladrillos en Facinas seria un buen negocio, puesto que no había ninguno y ese material se vendía mucho.

Bueno, teníamos tantas ganas de abandonar ese negocio tan duro y sucio que llevábamos, que nos metimos a la obra, vino un Técnico de Conil para hacer el horno y las bañeras para hacer el barro y coserlo hasta tanto nos poníamos al corriente.

Aquello lo acogieron en  Facinas muy bien, creyendo un buen negocio para nosotros pues también nosotros lo creíamos, pero no fue así.
Desde el primer día no paraban los amigos y  varios curiosos de mirara como se hacían esto.

Trabajábamos en total cinco ó seis personas, mi compañero y yo, nuestros dos hermanos y dos mucha­chos que tuvimos que colocar, pues aunque trabajábamos día y noche, más trabajo daba eso.

El Técnico que vino de Conil nos daba mucho ánimo y nosotros sabíamos que en Conil todos los que habían montado un tejar marchaban bastante desahogados, pues más esperanzas teníamos.

A los diez ó quince días, no recuerdo bien, nos dijo el muchacho:

 "Ha llegado la hora de ver lo que sale de aquí, mañana vamos ha meter fuego".

 Dos días y una noche estuvo quemando leña que nosotros mismos arrimábamos con unos carros que tuvimos que comprar y también nos servían para arrimar el barro.

Esos días de cocción nos parecían interminables, pero mas grande fue la decepción que nos dio cuando empezamos a sacar ladrillos y cuando teníamos la pila hecha al regarlos con el agua se deshacían, motivo de la cal que tenia el barro.

El maestro, aunque también un poco decepcionado dijo:

“Esto tiene remedio, no hay que aburrirse, se cambia el barro y punto".

 Pero eso no fue así. E1 barro de todos los sitios era el mismo y no había forma de arreglarlo, teníamos muchos encargos y cada vez que cocíamos nos pasaba igual, no podíamos cumplir con los encargos, ni nosotros podíamos soportar eso.

En fin, pasamos un año a trancas y barrancas y al final tuvimos que abandonarlo todo.

Mi compañero cogió su caballo y se echó a la recoba a vender por los campos, y yo me quedé sin saber para donde coger.

Un día me dijo un amigo mío:

"Francisco, no te apures que vamos a intentar emprender otra cosa antes de irte al contrabando.

Por aquellas fechas habla en Facinas un cura que se llamaba don José Brotons, que ya mencioné antes cuando fui al servicio; bueno pues este señor tenía varias fanegas de tierras casi abandonadas y ese amigo mío también tenia mucha amistad con e1 era zapatero, igual que mi padre y se llamaba Eloy.

Una noche estábamos en el Casino, llegó el cura y me dijo:

"Vamos hablar con él y le invitamos a café" y le dijo:

"Don José, porque no le da usted las tierras a Francisco para que las siembre a medias, (ya él le había contado el fracaso del tejar).

Bueno, le doy las tierras a él por ser quien es, pero tú sabes que nunca he querido dárselas a nadie y además le voy a prestar las semillas que le hagan falta y en el verano si Dios quiere ajustaremos cuenta.

Bueno, otro experimento más, nos vamos a la finquilla y arreglamos un poco las alambradas y una casilla vieja que tenia para mientras durara nuestra estancia en ella.

Mientras estábamos allí, yo tenia dos caballos, pero ni mi hermano no yo sabíamos hacer de arar, entonces buscamos un muchacho que sabia y empezamos la labor, con toda la suerte que a los pocos días empezó a llover y se llevó un mes sin dejar de llover, cuando pudimos empezar otra vez y ya solo faltaba surcar todo lo que habíamos arado vuelve a llover otra vez diez o doce días seguidos.

Aquello parecía una laguna, no se veía nada mas que agua por todas partes; bueno, se acabó el mal tiempo y empezamos a ver algunas matitas de trigo y habas que hablamos sembrado y empezamos a labrarlas, pero ya sabíamos que aquello no podía dar buen resultado y fue un año malísimo para todo el mundo y peor para nosotros, que se murió el mejor caballo que tenia, pero ya no tenia mas remedio que seguir y recoger lo poco que hubiera allí y dárselo a su dueño.

Para nosotros lo único que quedó fue mucho trabajo y una nueva experiencia en la vida; hasta estuve a punto de perder la novia que estaba en Los Barrios, se pasaban meses y no podía ir a verla.

Pero como Dios lo habla dispuesto así, un día se presentó un muchacho de Algeciras y me dijo:

"Yo vengo hablar contigo de esto":

Me han dicho que ustedes conocen bastante por Conil y Chiclana y todo eso, que lleváis tiempo en el contrabando.

Yo le respondí: si conocemos algo eso, si es quien nos ha echado aquí por querer dejarlo, pero mira que mal tiempo habemos escogido.

Bueno, yo si ustedes me cumplen os doy trabajo.

Nos pusimos de acuerdo, le dí un número de teléfono y quedamos conformes.

Aquella tarde le dije a mi hermano:

"Vámonos para Facinas que me llamaran",

Y fui a casa de mi amigo Eloy y le dije:
"Estoy esperando que me van avisar para llevar tabaco rubio", y el me dijo:

"Otra vez a lo mismo Francisco”.

Que vamos hacer, otra cosa no hay y esto por lo menos lo conocemos.

             Bueno, dimos varios viajes los dos solo y le dije:

             "Tengo que comprar un caballo para mi hermano, que él aunque es joven sabe y es capaz de llevar un caballo mejor que muchos mayores", el respondió, por mí no hay problema.

           Entonces le dije: ¿A quien le compramos pagarlo en varias veces?

           Vamos hablar con mi amigo Eloy

          ¿Un caballo para pagarlo en varias  veces? esta noche hablamos con Antonio Campos (Era el Alcalde de Facinas y tenia varios caballos).

          Con este hombre los dos teníamos bastante amistad, además era muy buena persona, cuando le pusimos el caso contestó:

           ¿Cual te conviene más?

           Yo le señalé uno y me dijo:

           "Este te va a costar dos mil quinientas pesetas, si te conviene mañana lo recoges y me lo pagas cuando tu puedas".
           Así lo hice y se lo pague lo más pronto que pude.

Bueno, empezamos a trabajar mi hermano y yo otra vez de nuevo, pero con más compromiso que antes, pero Dios nos guiaba por buen camino y no nos fue la cosa muy mal.

 Estuvimos algún tiempo así y con la ayuda de él ahorré un dinerillo, en mi casa ayudaba y él tenia para sus gastillos y entonces pensé de aprovechar la ocasión y casarme, que ya levaba tiempo pensándomelo.

Allá por el año 1.956 en Los Barrios me casé con la mujer que estuvo muchos años esperando y que hoy compartimos nuestro hogar con dos hijas que tenemos.

Bueno, de principio nos fuimos a vivir a Facinas, porque allí tenía yo el trabajo, pasamos unos meses pensando de abandonar esto, lo mismo que siempre.

Un día cogí el caballo y monte a mi mujer detrás y nos vinimos a Los Barrios.

Hablando con la familia de los negocios, nos dijeron que había una tiendecita cerrada muy cerquita de donde vivían mis suegros.

Fuimos a verla y hicimos el trato, yo no tenia mas dinero de lo que costaba el traspaso, pero como contaba con seguir dando algunos viajes pues me decidí a comprarla, además me dieron una facilidad de pagarla en dos veces, no recuero bien, pero me parece que me costó algo de quince mil pesetas, que después del casamiento, en los años aquellos era una media fortuna.

Bueno, pues montamos el negocio, mi mujer en el despacho y yo con el caballo iba todas las mañanas Algeciras por la fruta y varias cosas que aquí no había.

Allí me entrevistaba con los que yo trabajaba y nos poníamos de acuerdo para que le mandara la razón a mi hermano para salir y así estuvimos un tiempo, hasta recoger algún manejillo para poderme desenvolver.

Yo tenía amistad con un cabo de la Guardia Civil, era el Comandante de Puesto de Los Barrios, y un día hablando con él, me dijo:

"Alcalde, ya que tienes la tienda porque no vendes el caballo y te quitas de compromisos, ya que has tenido suerte véndelo que es la hora"

Este hombre se llamaba el cabo Ortiz, aquí era famoso por sus servicios.

Yo le respondí:

"Bueno lo voy a pensar, pero no tengo guía".

El me dijo:

"Busca el marchante que yo te lo voy hacer".

El marchante lo tenia de los mismos compañeros míos que trabajábamos juntos, lo vendí en cuatro mil quinientas pesetas, con todos los arreos, soga, monta, alforjas y todo.

Entonces me dijeron:

"Bueno, ya iremos por Los Barrios para cortarte la coleta".
Cuando ustedes quieran, porque ya es hora que pueda dormir un poco tranquilo y no escuchar más a los zorros de noche.

Bueno, pues aquí viene otra cosa curiosa, a los varios meses de estar en la tienda se presenta un día dos señores y me piden un kilo de azúcar y unos paquetes de galletas, cuando le dí la cuenta le digo:

"Se lo envuelvo en un papel todo".

Y me dijeron:

"Ya no hace falta, somos de Fiscalía, y tenemos que levantar acta del precio de la azúcar".

No recuerdo bien si era unas doce pesetas el kilo y se vendía a doce cuarenta y eso dejaba, cuarenta céntimos, total siete u ocho años corriendo por los montes como los bandoleros y vienen a cogerme en mi propia casa, cuando mas tranquilo estaba.

Bueno tuve que pagar la multa, unas quince mil pesetas, que en aquel tiempo era dinero, cuando me repese un poco saque el carnet de conducir y tuve que comprar una moto para seguir trayendo las mercancías de Algeciras y ya empecé a trabajar a gusto y tranquilo.

Todas las semanas iba a Facinas y traía garbanzos muy buenos y quesos frescos, lo vendía por cantidad a las demás tiendas de aquí y así fui luchando varios años hasta que salieron los Motocarros, y entonces vendí la moto y me compré uno, esto ya se iba incrementando algo, el motocarros valía unas setenta mil pesetas que se pagaban en dos años.

Pero como no había medios de locomoción para muchas cosas, pues no se paraba de trabajar, aunque se iba Algeciras por cincuenta pesetas, yo les traía a los carniceros los cerdos del campo y después fregaba el motocarros en el Matadero municipal y los repartía a sus casas; en fin, con una y otra cosa íbamos tirando y así pasaron varios años hasta que salieron las furgonetas "D.K.V", yo soñaba con ellas y además me hacia mucha falta, pero todavía no se podía disponer de unas ciento sesenta mil pesetas que valla.

Un día en Facinas, con un amigo mío desde la infancia, tomando unas copas y hablando de los negocios le dije:

"Ahora han salido unas furgonetas estupendas, por eso no está al alcance de todo el mundo".

Y me contestó:

"Francisco, cuando tu quieras una tú sabes que yo estoy en Chiclana y allí hay una casa de ventas, te pones al habla conmigo y te la llevas cuando quieras".

Este amigo era Juan Notario, Director de una sucursal del Banco Español en Chiclana, y efectivamente vendí el motocarro y me fui para Chiclana y compre la "D.K.V", como el dueño era amigo suyo pues le dijo:

"Haber de que forma puede pagarla".

"Como el quiera, por algo viene con usted".

Bueno Francisco, dí tú como la puedes pagar.

 Yo traigo diez mil pesetas que serian de entrada y el resto podría ser cinco mil pesetas mensuales y así quedó la compra hecha.

Bueno, a los pocos días volví con mi hermano a recogerla, él tenía otra y me acompañó a traerla, aunque yo tenía el carnet, él estaba más acostumbra­do y la trajo hasta Facinas, y yo continué para Los Barrios.

Empecé a trabajar con ella y acostumbrado al motocarros, eso era una alegría, al poco tiempo de tenerla me concedieron una Licencia de Taxi, pues estaba autorizada para nueve plazas.

Yo no paraba, siempre tenia trabajo, hacia muchos viajes largos con familias, por ejemplo, el primero que hice fue para Alicante, con un matrimonio que vinieron aquí a Los Barrios para montar una fábrica de hacer pipas, eran extranjeros y los llevé para embarcar rumbo a Marsella.

Después salía con frecuencia para Murcia, Córdoba, Sevilla y Cádiz y su provincia.

Esto fue durante los tres años que la tuve, los retornos que venia de vacío siempre me traía algo para los gastos, por ejemplo: si el viaje era a Granada cargaba patatas y cebollas que estaban a mitad de precio, si era Sevilla ó Córdoba y era su tiempo cargaba sandias y melones, también traía de Conil pimientos, tomates y verduras, que dejaban otro portecillo.

Lo que no se vendía en mi tienda lo vendía a otras tiendas.

Bueno, en el año 1.965 al 1.966 salieron al mercado los SEAT 1.500 de cuatro faros, con motor mercedes, entonces fue cuando cambié la "D.K.V" por uno de estos nuevos, me costó doscientas diez mil pesetas, para pagarlo en dos años.

Bueno, yo cada vez estaba mas cansado y quería mas tranquilidad, aquí en la parada habíamos siete u ocho taxis, pero todavía no habla ninguno nuevo, nada más que el mío y hacia muchos casamientos y también le trabajaba mucho al Ayuntamiento, y así poco a poco con la ayuda de la tiendecilla nos íbamos estabilizando.

Yo tenía dos cuñados trabajando en el Ayuntamiento, uno de ellos visitaba mucho mí casa (Juan) y siempre me estaba orientando de muchas cosas, un día me dijo:"Francisco, porque no solicitas un solar que los concede el Ayuntamiento a pagar en muchos años".Me pareció bien, yo busqué el sitio y él me lo solicitó, al poco tiempo me lo concedieron me parece que se pagaba unas doscientas pesetas al año.

Yo a pesar de eso lo pague pronto, en muy poco tiempo. Por aquellas fechas mi hermano tenía un camión y vino un día y dejamos el solar limpio de tunas y forrajes que tenia, otro día me trajo piedras para los cimientos y también arena, ya empezamos la obra Yo contaba con un trabajo seguro que lo contraté con "Refinería" y me podía ir desprendiendo de algún dinero para mano de obra y materiales, y así seguía yo con la ilusión de tener algo mío y no tener que depender de nadie. 

Cuando yo me casé le contaba a mi mujer que alguna vez tendríamos un Estanco como lo tenían mis padres, que lo heredaron de una tía mía. Entonces ella a cada instante me decía:"Francisco, no dejes lo del estanco, no se vaya adelantar otro y nos coja la vez, así un día le dije a mi madre:"

Cuando tu quieras vamos Algeciras para hablar con el Director de Tabacalera haber si me solicita un estanco para Los Barrios (este señor se llamaba Don Enrique), nosotros teníamos amistas con este señor y nos atendió muy bien y nos dijo:"Eso no es muy fácil pero algún día lo concederán y tu tienes el número 1".El sitio era lo principal y ya lo tenia.Bueno, pues esto tardo unos dos años pero se consiguió, yo como ya tenia la tienda de comestibles pues no me venia mal el acoplar el despacho del estanco.

Pero ahora viene el problema del dinero, necesitaba unas doscientas mil pesetas y a mi me faltaba algo, pues aunque tenia la tienda y el taxi también estaba haciendo la casa y todo no se podía atender. Entonces lo estaba comentando con un amigo mío que antes le trabajaba mucho con el motocarro (él tiene una carnicería y se llama José Domínguez) y me dijo: "Bueno, yo no dispongo tampoco de mucho dinero, pero si haces el avio con cien mil pesetas te las puedo dejar y tu me las da cuando puedas"

Así lo hicimos, yo todos los meses le ingresaba en el banco lo que podía hasta terminar con la deuda, y entonces seguir trabajando para terminar la casa que duró varios años, pero al fin, gracias a Dios todo se cumplió, ya en estos años se ganaba algo más y nos íbamos acoplando un poco mejor.

Pasados unos años cuando ya había terminado mi casa y llevaba unos ocho años prestando servicios a Refinería pensé en dejarlo, pues estaba bastante cansado, tenia que hacer unos servicios muy cortos, pero lo mismo a las cuatro de la madrugada que a la una del día o las diez de la noche, porque se trataba de personal de turno y además la recompensa no era muy buena.Por todo esto yo decidí vender el taxi y quedarme solo con el estanco, y así estamos desde entonces.

Hoy tengo sesenta y cinco años, estoy jubilado y el negocio lo lleva mi mujer.

Yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho y estoy contento de lo conseguido, a Dios le doy las gracias y le pido salud para mí y toda mi familia.

Los Barrios, 1.989.

                 
ALBUM DE RECUERDOS
  


  

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MANUSCRITO DE FRANCISCO ALCALDE GUERRERO